BITÁCORA MUNICIPAL
Por Enrique Chávez Estudillo*
El 5 de noviembre pasado, el Senado de la República nombró a Raúl Plascencia Villanueva como nuevo Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en sustitución de José Luis Soberanes Fernández, quien dejará el cargo el próximo 16 de noviembre después de haber estado en él durante los últimos 10 años.
Varios analistas nacionales han emitido opiniones a favor o contra la llegada de Plascencia Villanueva a la CNDH, cuyo nuevo titular es doctor en Derecho por la UNAM y fue investigador de tiempo completo y profesor de Teoría del Delito y Delitos en particular en la máxima casa de estudios de nuestro país.
Antes de llegar a la presidencia que hoy ocupa, fue Segundo Visitador General de la CNDH y escribió algunos libros, como "La Jurisprudencia en México", "Teoría del Delito" y "Los delitos contra el orden económico". Su trayectoria refleja que conoce la materia de derecho y tiene méritos académicos importantes, que no necesariamente lo convierten en un verdadero defensor de las garantías individuales.
Los cuestionamientos periodísticos y políticos contra Plascencia Villanueva se generaron, porque no se separó de su cargo para aspirar a la presidencia de la institución, pese a que otros miembros de la misma que contendieron con él sí lo hicieron, además de que es visto como un enviado del "continuismo" de José Luis Soberanes, quien fue su principal promotor.
Es prematuro, para saber si los miembros de la Cámara Alta fueron acertados o no al elegir al nuevo titular de la CNDH, debido a que habrá que esperar a que asuma el cargo y lo ejerza, para saber si comparte con su mentor la tendencia a comportarse más como político tradicional y protector de poderosos y de los gobiernos, que como un verdadero defensor de los Derechos Humanos.
Sin embargo, no es alentador para la defensa de las garantías individuales de los mexicanos el hecho de que Plascencia Villanueva sea más visto como un emisario del continuismo y experto en temas de derecho y de los delitos, que como un conocedor y defensor de los derechos humanos, cuando lo que se necesitaba era alguien que renovara la confianza de la ciudadanía y de las ONGS en esa instancia.
La verdadera protección de los derechos humanos no debería estar sometida a los intereses político-partidistas de los gobernantes en turno, ni sujeta a la protección u ocultamiento de los abusos cometidos por los poderosos, sino que tendría que ser inherente a toda sociedad.
El nuevo titular de la CNDH tiene en sus manos la posibilidad de legitimarse ante la sociedad y, para hacerlo, tendrá que asumirse como un verdadero garante de las garantías personales de los mexicanos y no como un defensor de oficio de los distintos niveles de gobierno. También puede, si así lo decide, aprender de los errores, omisiones y excesos de su antecesor, para no repetirlos y, por el bien de los mexicanos, esperemos que quiera ser mejor que quien le precedió
*Presidente de la comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla