Por Enrique Chávez Estudillo*
La clase política y quienes formamos parte de ella arrastramos un profundo desprestigio ante la ciudadanía, que desde hace mucho no confía en nosotros, no se interesa en lo que hacemos y rechaza – en automático - a quienes ocupan un cargo público o de representación popular.
Es negativo para todos el hecho de que la ciudadanía se mantenga alejada de las actividades públicas, porque quienes ejercemos una función de gobierno o de representación tenemos que combatir esa indiferencia para sacar adelante los proyectos, aparte de que la sociedad no está informada de qué programas o acciones gubernamentales la pueden beneficiar y, en consecuencia, no los obtiene.
Esta realidad hace necesario que quienes tenemos el privilegio de ejercer una representación popular -como senadores, diputados locales, federales y regidores de cualquier ayuntamiento – nos esforcemos por escuchar a la gente, servirle, cumplir con las obligaciones legales que tenemos y cuidar los recursos públicos que nos son asignados.
Por lo mismo, me resulta inexplicable e injustificable que haya compañeros de Cabildo que ante la avalancha de críticas ciudadanas y periodísticas que se les formularon por haberse ido a París a poco menos de 4 meses de concluir la gestión, decidieron burlarse de la sociedad ironizando que traeran de Francia un proyecto para instalar en Puebla una torre Eiffel.
Porque si es indignante que quien cobra un sueldo como presunto representante popular haya decidido hacer un viaje con cargo al erario público, pese a que dicha travesía no contribuye en nada a la sociedad que le paga su salario, es mucho más desalentador y enojoso que ante la andanada de cuestionamientos sociales y mediáticos por este exceso decida responder con burla y cinismo, cuando lo que la ciudadanía demandaba era conocer en qué la benefició dicho gasto.
Esta actitud es mucho más injustificable y negativa en determinados casos, porque quien la comete es alguien que se la ha pasado casi tres años pontificando, corrigiendo y criticando todo lo que hace o dice el actual ayuntamiento de Puebla y autoerigiéndose como una especie de “conciencia moral” de la administración.
Lo que no toma en cuenta quien comete abusos y se mofa de la ciudadanía es que la sociedad tiene memoria y se cobra los agravios. Y esto se ratificará en el futuro próximo, cuando busquen otro cargo de representación popular quienes hoy se burlan de la inconformidad de la gente.
*Presidente de la comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla