Por Enrique Chávez Estudillo*
Milito en el PRI desde hace más de 25 años y lo seguiré haciendo, porque soy un convencido de que hoy más que nunca están vigentes nuestros principios de “Democracia y Justicia Social”, además de que los 10 años que lleva el PAN en el gobierno federal han demostrado que los grupos conservadores carecen de la sensibilidad política necesaria para gobernar bien.
Por todo esto, me duelen mucho las derrotas que mi partido obtuvo en todo el estado el domingo pasado, aunque soy un convencido de que “la voz del pueblo es la voz de dios” y, por lo mismo, deben ser respetada la voluntad de los poblanos que acudieron a las urnas y definieron el contexto geopolítico que predominará en la entidad en los años próximos.
Después de más de 80 años, mi partido, el PRI, por primera vez será oposición en el estado de Puebla y este hecho nos da a los priístas la oportunidad de comportarnos de manera crítica y vigilante de los siguientes gobiernos estatal y municipal de Puebla, ya que deberemos cuidar que las administraciones públicas venideras cumplan con sus promesas de campaña y actúen a favor de las mayorías.
Pero mi partido no solamente deberá ser crítico y vigilante de los gobiernos panistas, sino que también tendrá que ser responsable, constructivo y propositivo con ellos, para no convertirse en una fuerza política contestataria y retardataria, como las que en muchas ocasiones han tenido que enfrentar las administraciones públicas emanadas de nuestro tricolor.
Los priístas deberemos ser críticos, proposititos y activos en las gestiones panistas, no con un afán revanchista o contestatario, sino para garantizar que las necesidades y demandas de los poblanos sean escuchadas y bien atendidas, debido a que la principal obligación de una verdadera fuerza opositora es vigilar que el gobierno – de cualquier nivel – cumpla con sus obligaciones y se apegue a la ley.
Sin duda, la derrota del domingo pasado fue dolorosa, pero habrá que analizar qué la causó, corregir las fallas, abusos y excesos cometidos y paulatinamente darle la vuelta, para convertir al PRI de Puebla en una oposición fuerte, democrática, incluyente y unida en beneficio de los priístas y; en especial, de una gran mayoría de ciudadanos que no simpatiza con ningún partido, pero que necesita y exige que los gobiernos resuelvan sus problemas y demandas.
Los poblanos demandan un priísmo inteligente, reflexivo, incluyente consigo mismo y con los ciudadanos, a los que debe representar y defender. En contraste, el PRI vociferante, simulador, abusivo con los fondos públicos, excluyente y patrimonialista fue el que perdió el domingo y tiene que terminar de desaparecer.
*Presidente de la comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla