viernes, 14 de enero de 2011

Las obligaciones de un buen gobierno municipal (1ra parte)

BITÁCORA MUNICIPAL








Por Enrique Chávez Estudillo*






Al ser la instancia de gobierno más cercana al ciudadano, los ayuntamientos tienen la oportunidad – y obligación – de conocer y resolver, primero que nadie, los problemas y demandas de la gente, para darle servicios básicos, hacer infraestructura urbana y social importantes y combatir rezagos sociales ancestrales, como la pobreza, marginación o analfabetismo.



Un buen gobierno municipal debe mantenerse cercano a la sociedad, detectar sus necesidades o demandas y solucionarlas, sin pretextos ni burocratismos. Para ello, el Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (Inafed) ha emitido algunas recomendaciones que todos los ayuntamientos del país – sin importar su origen partidista- deberían seguir.


De acuerdo a esta propuesta el Inafed, lo primero que requiere una gestión municipal exitosa es un alcalde dinámico, propositito, bien intencionado y preparado, que se rodee de colaboradores efectivos y que sea capaz de encabezar los esfuerzos colectivos y dirigirlos hacia el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. No hay buenos ayuntamientos sin buenos ediles, así de contundente y fácil.


Otra necesidad de una adecuada gestión pública es mantener una comunicación eficaz, que permita un fluido intercambio de opiniones, propuestas, críticas y demandas entre gobierno y sociedad. Para conseguirlo, se necesita que la autoridad escuche antes de hablar, comprenda antes de solicitar entendimiento y se comporte con transparencia, empatía, flexibilidad, espontaneidad y con mente abierta.


Los conflictos sociales son inherentes a las funciones de gobierno y, por lo mismo, un ayuntamiento exitoso necesita saber manejar situaciones difíciles, mediante el conocimiento a fondo y sin prejuicios de los problemas y las peticiones de la gente, el trabajo en equipo y la disposición a acercarse a la ciudadanía, al diálogo y a la concertación, como herramientas para solucionar los inconvenientes.


Ningún ser humano es una isla y nadie puede resolver – por sí solo – las necesidades y peticiones de la sociedad. Por lo mismo, una administración municipal exitosa es la que sabe trabajar en equipo, la que tiene bien definidas las obligaciones de cada uno de sus integrantes y cuenta con un líder capaz de hacer que todos sus colaboradores cumplan con sus deberes.


Además, un buen ayuntamiento es el que promueve la participación de la sociedad en las acciones y programas públicos. Para conseguirlo, se necesita que haya transparencia en el actuar gubernamental y que se abran los mecanismos institucionales, que permitan el fortalecimiento de los organismos intermedios y motiven a la gente a interesarse e intervenir en el desarrollo de la comunidad.


La improvisación o la actuación al bote pronto no caben en un ayuntamiento exitoso. En consecuencia, una gestión pública eficaz y eficiente es la que planea sus acciones y las ejecuta de acuerdo a sus planes y propuestas, ya que solamente así se puede ejercer un gobierno con visión estratégica, conocedor de la problemática social y de las medidas para alcanzar los objetivos planteados en los planes de desarrollo.


(CONTINUARÁ)




*Presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla

Reglamentar el manejo de los recursos públicos durante los cambios de gobierno

BITÁCORA MUNICIPAL


Por Enrique Chávez Estudillo*



En Puebla y otras partes del país se viven los procesos de entrega de los diferentes niveles de gobierno y es posible constatar acuerdos o desavenencias entre las administraciones salientes y las entrantes, porque quienes todavía ejercen el poder quieren definir destino de los recursos públicos hasta el último minuto de sus gestiones, mientras que los que están próximos a ejercerlo desean que sus antecesores les dejen finanzas y estructuras oficiales sanas.

Además, independientemente de los tiempos políticos o electorales, la realidad es que la gente necesita y demanda que los diferentes niveles de gobierno le den servicios y atención de manera permanente, oportuna y eficiente, sin importar los nombres de los funcionarios públicos o las siglas del partido en el poder.

De hecho, se requiere que quienes hacen leyes y reglamentos tomen en cuenta que es un reducido porcentaje de la ciudadanía al que le interesan los colores del partido que la gobierna, ya que lo que sí le importa a la gran mayoría de la gente es que sus exigencias sean atendidas eficaz y rápidamente por los diversos niveles administrativos.

En este contexto, se necesita reglamentar el manejo de los recursos públicos durante los cambios de gobierno, para que las gestiones en funciones cuenten con los fondos suficientes con que seguir dando servicios a la ciudadanía hasta el último minuto de sus períodos y, al mismo tiempo, garantizar por la vía legal que las administraciones entrantes tengan la solvencia financiera necesaria para comenzar exitosamente sus labores.

Es un hecho que los recursos que manejan y, a veces, se disputan los gobiernos salientes y entrantes son de la ciudadanía y, por lo mismo, deben usarse en su beneficio. Por lo mismo, las leyes deben garantizar que ninguna disputa política o partidista ponga en riesgo los bienes públicos o deje a la gente sin servicios.

También es conveniente reglamentar los cambios de gobierno, para que la ciudadanía y las gestiones entrantes conozcan el estado real en que se encuentra la administración pública del municipio o estado a la hora del relevo, porque actualmente, el hecho de que la transición gubernamental sea tersa o ríspida depende de la buena o mala relación entre quienes llegan y los que se van y esto no debería seguir así.

*Presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla

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