BITÁCORA MUNICIPAL
Por Enrique Chávez Estudillo
Como la ciudadanía lo sabe, porque se enteró a través de los medios de comunicación, la semana pasada todos los regidores que conforman el actual ayuntamiento de Puebla determinaron incrementarse sustancialmente sus sueldos, que en la gestión pasada – de la que este servidor formó parte – eran de 45 mil pesos mensuales y que, a partir de la decisión tomada por el Cabildo encabezado por el PAN el viernes pasado, será de 60 o hasta 90 mil pesos cada mes, porque hasta ahora ni el presidente municipal ni nadie de esa administración ha aclarado en cuánto dejaron sus salarios.
Algunos regidores actuales han defendido su elevadísimo e injustificado aumento salarial diciendo que en el gobierno municipal anterior quienes formábamos parte del cuerpo edilicio teníamos compensaciones secretas, que – en algunos casos según ellos – eran superiores a lo que a partir del 15 de enero recibirán los integrantes del Cabildo vigente. Como tuve el honor de representar a la ciudadanía en dicho órgano, me veo en la obligación de aclarar que, al menos en lo personal, nunca recibí “bono o sobresueldo secreto” alguno y mucho menos lo pedí o me fue ofrecido.
He leído con sorpresa y a la vez curiosidad que, presuntamente, algunos de mis ex compañeros regidores ganaban hasta 100 mil pesos al mes y confieso que yo ignoraba todo ello y que, por eso, voté a favor de los estados de aplicación de los recursos del gobierno municipal anterior. En consecuencia, de manera respetuosa, exijo que la administración actual dé a conocer los documentos que demuestran quiénes y por qué tenían sobresueldos y de cuánto era dicha compensación.
De haber sabido que había “bonos secretos y sobresueldos” en el Cabildo o en la gestión anterior, nunca habría votado a favor de la cuenta pública de dicho ayuntamiento. Por ello y en mi calidad de ciudadano que vive y paga sus impuestos en Puebla, insisto y demando que la administración vigente publique los documentos o papeles que comprueben que algunos ex regidores recibían compensaciones secretas, ya que es necesario que se sepa quiénes, cómo y por qué incurrieron en esa anomalía que, de ser cierta, dañó el erario público de la ciudad.
Si el edil Eduardo Rivera Pérez y sus compañeros del Cabildo se niegan a dar a conocer dichas pruebas, entonces se crearía la percepción de que no las tienen y de que simplemente tratan de justificar su decisión de elevarse sustancialmente sus salarios aludiendo a presuntos abusos del pasado, para no asumir el reproche de una sociedad que en julio pasado votó por ellos ignorando que la primera decisión importante que tomarían sería duplicar sus sueldos.
Por el contrario, si dichas compensaciones secretas y discrecionales existieron, entonces será obligatorio que quienes las otorgaron y los que las recibieron sean llamados a aclarar por qué, cuándo, cómo y por cuánto incurrieron en esa práctica contraria a la buena administración.