BITÁCORA MUNICIPAL
Por Enrique Chávez Estudillo*
Apenas el 4 de octubre del 2008, Barack Hussein Obama II ganó la presidencia de los Estados Unidos de manera contundente, aplastante, legal y legítima al obtener 365 votos electores contra los 173 que logró su adversario John McCain.
Meses antes, Barack Obama había vencido en las elecciones primarias del Partido Demócrata a la gran favorita, Hillary Clinton, quien había hecho campaña durante varios años antes que él y era vista como la sucesora natural de George W. Bush por su larga carrera política y el matrimonio con Bill Clinton, uno de los ex presidentes más avalados por los americanos.
Pero Barack Obama se impuso a todo y a todos y logró llegar a la Casa Blanca con una gran expectativa y aprobación ciudadanas, que menos de dos años después cayeron de manera notable, como se demostró en las elecciones del martes pasado, cuando el Partido Republicano recuperó la Cámara de Representantes al derrotar a los Demócratas, que apenas mantuvieron el control de la Cámara de Senadores.
Los expertos dicen que los latinos, afroamericanos y jóvenes que en el 2008 acudieron masivamente a las urnas a apoyar al hoy Presidente de los Estados Unidos, en las elecciones de este martes recularon y decidieron no votar por el Partido Demócrata, a pesar de que el mismo Barack Obama había declarado el lunes que sus programas peligraban si triunfaban sus adversarios republicanos.
Las quejas principales de los americanos contra su Presidente son que no ha logrado reactivar a la economía, tampoco puede abatir el desempleo, mantiene una deuda pública elevada y, sobre todo, no cumplió con varios compromisos de campaña en materia social y migratoria.
Este resultado electoral en EUA es una gran lección para los políticos de todo el mundo, porque les ratifica que la aprobación y el apoyo ciudadano no es eterno y que, si la gente percibe que no han cumplido en el cargo que les fue conferido, se los cobrará en los siguientes comicios.
Otra lección de la derrota de Barack Obama es que la población quiere que sus gobernantes le den hechos y resultados positivos, no pretextos ni posposiciones. El Presidente de los Estados Unidos ha argumentado que no puede cumplir con sus promesas de campaña por la oposición de varios factores políticos, sociales o económicos.
Y puede que tenga razón, pero al votante estadounidense no le importaron los pretextos de su líder y decidió castigarlo en las urnas. Con ello, el elector del vecino país dejó en claro que espera que sus autoridades cumplan con su trabajo, sin importar las dificultades que deban sortear.
Finalmente, la victoria opositora en EUA ratificó que cuando los gobiernos se equivocan, se olvidan de sus ofrecimientos de campaña u optan por la frivolidad en lugar del trabajo, sus partidos lo resienten y son derrotados en las urnas. Claro que todo esto no solamente pasa en aquélla nación, sino también en otras, como México y, especialmente, en estados como Puebla.
*Presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Cabildo de Puebla
No hay comentarios:
Publicar un comentario